DÍA 15 - EL NÚMERO 2

Día: 15 - Semana: 3 - Autor: Pr. Bernardo Affranchino



Pasaje

No se negó a declararlo, sino que confesó con franqueza: Yo no soy el Cristo. Juan 1:20


Oración

Jesucristo, reconozco Tu señorío y autoridad, Tu eres el Rey y no hay nadie que se compare a Ti. Renuncio a querer reinar sobre mi vida o sobre la de mi prójimo, sino que acepto una vez más Tu reinado. Señor ayúdanos a que en éste próximo Vía Crucis, podamos mostrar claramente que Tú eres el camino e invitar a todo mundo a mirarte a Ti.


Desarrollo

Cuando Jesús se refirió a Juan el Bautista, tiempo después del pasaje que elegimos para hoy, dijo que no había nacido uno mayor de vientre de mujer que éste hombre, el cual se había dedicado a preparar el camino para la llegada del Cristo (Mateo 11:11). La Biblia cuenta que su concepción, había contado con el respaldo de Dios y que se vestía como Elías y hacía señales como la de los profetas de la antigüedad, multitudes lo seguían y lo aclamaban y en el ambiente reinaba la expectativa de la aparición de un líder respaldado por Dios, el cual guiara al pueblo una vez más. ¡Qué fácil hubiera sido para Juan el Bautista ponerse al frente de la vida espiritual de Israel! ¿Eres el número uno? Le preguntaron. No lo soy, respondió. Jesús lidiaría con sus discípulos varias veces por el asunto de quien iría primero, cual se sentaría a su lado, o a quien dejaría a cargo luego de su partida. En el desierto, el mismo diablo lo tentó con quedarse con el lugar de Su Padre. No aceptó. La humildad es una práctica que está bastante fuera de moda. Mucha literatura acerca de cómo sentirse más que el prójimo (aún literatura cristiana), poca literatura sobre como servir al prójimo. La búsqueda de los espacios personales y la autovaloración, son ítems que deben ser atendidos a lo largo de la vida, pero el tema es como lo hago y fundamentalmente que quiero alcanzar, cual es mi llamado, mi propósito en la vida, para que estoy. Si no lo tengo claro, debo buscar hasta resolverlo. Si entiendo cual es mi propósito, debo cumplirlo. Juan había recibido de parte de Su Padre, el mandato de preparar el camino a la venida del Mesías, el Cristo. Comenzó dando cumplimiento al tema “como una voz clamando en el desierto”, tal como lo había profetizado Isaías y de pronto, ese hombre solitario, está rodeado de miles de personas, aparecen los milagros, el arrepentimiento de la gente, bautismos de multitudes… Hubiera sido fácil decir, “si, soy el número uno” El contestó que el era el último, no se sentía digno de ajustar los cordones de las sandalias del Cristo. Hoy estamos llamados a ser un poco “Juanes Bautistas” anunciando que Jesús está cerca y preparando un camino para el encuentro. Todo eso, sin perder de vista quien es el número uno.