Día 7
Pasaje
“El que no carga su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.” LUCAS 14:27
Oración
Señor te pido me muestres aquellas cosas que me son ocultas, en las cuales aún debo crecer como discípulo, como imitador tuyo. Clamo porque en cada familia de la iglesia, se viva la pasión de imitarte en todo. Oro para que podamos anunciarlo a todas las personas.
Desarrollo
Mencionamos varias veces éstos días éste pasaje sin ir directamente a la cita en cuestión. El discipulado, se presenta como la oportunidad de la vivencia diaria de la cruz. Si, dije oportunidad. El concepto bíblico de discípulo, tiene que ver mucho más con la apropiación de un estilo de vida que con la adquisición de enseñanzas y conceptos acerca de algo en particular. Si bien Jesús era un maestro – título dado por la gente y no impuesto por Él- y pasaba largos períodos del día vertiendo en sus oyentes enseñanzas acerca de todo tipo de temas, debemos recordar la expresión “ser hacedores de la palabra y no tan solo oyentes”, además de tener presente que la palabras de Jesús son espíritu y son vida, y no olvidar jamás que somos sus amigos al hacer las cosas que Él nos manda. Con esto no estamos menospreciando el valor de la enseñanza o el estudio en lo más mínimo, sino asegurándonos de entender que la experiencia de ser discípulo involucra todo ámbito en la vida, y no solamente lo intelectual. O practicamos una religión, sino que vivimos una relación. Es decir, no adoptamos un nuevo pack de conocimientos, aunque sean verdaderos y sabios, sino que intentamos parecernos a Jesús lo más que podamos. Queremos caminar como Él lo hizo, imitarlo en su mover, obrar y sentir. Por definición, un discípulo es aquél que hace las cosas que hace su maestro. Es más que un alumno, es un seguidor. ¿Un imitador? ¡Correcto! Esa es mi palabra preferida para definir el tema, porque normalmente nos cae mal, afecta nuestro orgullo y vanidad. ¿Yo un imitador? ¡Sí! Quiero copiar cada expresión, cada gesto de mi maestro, repetir hasta el cansancio sus mismas palabras, desarrollar el mismo corazón y hacer sus mismas obras, para lograr llevar adelante lo que más ansío-que es también lo que Él más ansía- y esto es desparramar su amor en forma de salvación a toda criatura. La idea no es “hacer como si…”, sino “ser”. No pesco, soy pescador. Es parte de mi nueva naturaleza; como Cristo lo tiene en Él, yo quiero tenerlo. Él enseñó con el mejor sistema: el ejemplo no es la mejor manera de enseñar, sino la única. El conocido pasaje de Juan 10, nos dice: “Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así, así como el Padre me conoce y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas”. Con este pasaje el Señor Jesús pone las cosas en orden: Él es el buen Pastor; es un puesto ya cubierto, es el Pastor supremo, el resto somos todos ovejas. Así como todo creyente debe tener una identidad de oveja respecto del Rey de reyes y, a partir de ahí, de los líderes que Dios le haya dado, todos debemos vivir intensamente la realidad del testimonio en todo ámbito.