Día 24 - EL GRAN PASTOR

Día: 24 - Semana: 4 - Autor: Pr. Bernardo Affranchino



Pasaje

Juan 17:1-3 Después que Jesús dijo esto, dirigió la mirada al cielo y oró así: “Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti, ya que le has conferido autoridad sobre todo mortal para que él les conceda vida eterna a todos los que le has dado. Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado.


Oración

Señor gracias por Tú amor perfecto y eterno. Tu me cuidas y guardas, lo has hecho hasta aquí y lo harás mañana. Protege mi familia y mi vida. Guarda Tu iglesia en perfecta paz. Oro por todos aquellos en la nación que llevan Tú Nombre.


Declaración

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Desarrollo

Hemos llegado pues, a uno de los capítulos más extraordinarios en toda la Biblia. Es la oración más larga

que encontramos en las Sagradas Escrituras. Te recomendamos leerlo completo.

El discurso del aposento alto es como subir una escalera, o como escalar un monte, culminando en esta

oración.

Matthew Henry, dijo: “Es la oración más extraordinaria, la cual sigue al discurso más completo y consolador

que jamás haya sido expresado en la tierra.”

Por su parte, Martín Lutero dijo: “En verdad esta oración es sumamente conmovedora y entrañable. Nos

abre la parte más íntima de Su corazón, tanto en cuanto a nosotros, como en cuanto al Padre. Es tan sincera

y tan simple. Es tan profunda, tan rica, y tan amplia, que nadie puede sondear sus profundidades”.

El capítulo 17 de Juan, está en la lista de los pasajes
más predicados de la Biblia. Esta oración de Jesús,
destila amor divino.
Jesús alzó la voz como testimonio público de su fe y misión,
podría haber hecho ésta oración en silencio o quizás
podría haberla susurrado para que la escuchen sus más íntimos,
pero no, lo hizo a voz en cuello.
La hora de la entrega máxima se acercaba y sería ésta plegaria
un discurso que resumía el sentir de todo aquello que
había mostrado en esos años, Su amor por Dios y los suyos,
había sido y seguiría siendo la motivación de cada
enseñanza, cada sanidad, cada liberación hecha hasta el
momento y el impulso a la entrega que ocurriría en la cruz.

La intimidad del Cristo con Su Padre, otra vez queda en
evidencia y el clamor para que aquellos que preparó y cuidó,
siguieran amparados, se hizo evidente.
La gente de su círculo más cercano, ya lo había escuchado
decir que estaba por partir, pero ahora le oían declarar que
no quedaban solos. Dios Padre los guardaría de manera
personal.
Oró por los que había recibido. Oró por los que habíamos
de creer.
Hace unos días leíamos de Jesús el buen pastor. No fue una
tarea que tuviera fecha de vencimiento, la ejerció hasta el
último instante y lo hace hasta hoy.