CASA DE PAZ

"Por lo demas hermanos mios..."

Día: 20 - Semana: 3 - Autor: Pr. Bernado Afranchino

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Pasaje

“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor y en su fuerza poderosa”. (Efesios 6:10).


Desarrollo

La pérdida de un ser querido tal vez sea una de las experiencias más dolorosas en la vida del ser humano. Enterrar a un padre, llorar a un hermano, ver que un embarazo no llega a término… situaciones que hacen quebrantar, que provocan desazón y que incitan, en algunos casos, a abandonar todo por cuanto hemos luchado.

Cuando hace dos años esperábamos a quien sería el hermanito de Agustina (nuestra primera hija, que en ese entonces tenía dos añitos), la ilusión invadía nuestros corazones. Con mi esposo ya comenzábamos a pensar en posibilidades de nombres y las típicas cosas que uno conversa ante tan hermoso y expectante momento. Pero cuando transcurrían dos meses del embarazo, una anomalía en el proceso hizo que éste se viera interrumpido y el bebé tan ansiado jamás llegara. La desilusión no tiene nombre. La sensación de vacío es indescriptible. La tristeza que perduraba dentro mío no se retiraba, o al menos parecía no retirarse más. Y las palabras de ánimo que daban los seres queridos pasaban de largo como si nunca se hubieran pronunciado.

Por mucho que uno se esfuerce en pensar que se trataba de un embarazo no tan prolongado, la sensación de haber perdido algo que uno llevaba en sus entrañas era espantosa. Mil veces habré leído en la Biblia sobre “fortalecernos en el Señor”, aplicándolo varias veces a alguna situación de mi vida, pero en ése momento fue un versículo que se hizo carne en mí. Sólo la fortaleza que viene de lo alto puede ayudarnos a afrontar momentos como éste. Y eso fue lo que no nos hizo claudicar en la búsqueda de otro hijo. Hoy podemos disfrutar de este otro hijito (Dontato) que Dios nos regaló poco más de un año después de este doloroso suceso.

La fortaleza del Señor es real y no está escrito en la Biblia porque sí, sino para que nos apropiemos de ella en los momentos difíciles. Y Dios responde a sus promesas.