2017 CAMINANDO SOBRE LA PALABRA DEL AÑO

Día 12 - Tu Dios es tu formador

Día: 12 - Semana: 2 - Autor: Pr. Bernardo Affranchino

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Pasaje

“… No temas, porque Yo estoy contigo, Yo te redimí y te llamé por tu nombre porque mío eres tú. 2 Si pasas por el mar, Yo estaré contigo, y si por los ríos, no te anegarán; si andas por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.” Isaías 43:1-2


Oración

Gracias Señor, porque me abrazaste. No estoy fuera de la mirada de Tus ojos. Me sanaste y rescataste del día de ayer y lo volverás a hacer.


Desarrollo

Preciosa promesa la que nos toca contemplar y declarar hoy. Nuestro Dios es nuestro creador, no hemos nacido por error y aunque hubieran sucedido cosas indeseables en nuestra vida, nuestro Dios nos libra, pues llevamos Su nombre en nosotros.

La palabra redención, es parte de la enseñanza permanente del profeta Isaías. Redención, implica liberación, restauración, rescate y destino.

Así de completa es la obra de Dios en nuestra vida. El nos dió sentido, al rescatarnos de nuestras cárceles de ayer y no solo nos libró de lo que vivíamos, sino que Su poder abarca lo ya vivido. En palabras del apóstol Pablo, “El hace nuevas todas las cosas”.

Nos dio además destino para el hoy y para el mañana. Nuestra vida, tiene otro sentido y hemos encontrado un propósito mayor, a la búsqueda implacable de nuestra propia satisfacción. Tenemos propósito. Podemos ser de bendición para otros. Podemos ser padres trascendentes. Podemos ser hijos sanos. Podemos ser una iglesia que bendice la ciudad.
Cuando hablamos de invocar a Dios, estamos hablando de llamarlo para que intervenga. En cualquier situación de lucha, podemos invocarlo y el responderá.
Debemos saber que El está cerca.
Tu Dios está cercano al que le invoca, al alma que le busca.
Lo buscan los necesitados, los dependientes, los que no confían en sus propias fuerzas, sino que saben que la clave es que aparezcan las de El.
Por toda esa obra, en ésta fe del cuidado y poder de Dios, es que creemos cada palabra del versículo 2. Pasaré por las aguas, pasaré por el fuego, soportaré las pruebas y venceré.
No pensamos en una vida sin problemas, pensamos en una vida en victoria.
Esa victoria llega hasta nosotros de la mano de Aquel que nos puso nombre y nos redimió. El día que abrí mi corazón a Cristo, fui recibido como hijo, recibí misericordia a pesar de mis errores, fui sanado de los dolores de ayer y rescatado de las cárceles del hoy. Entendí que tenía un propósito, me consagré a cumplirlo y no estoy solo en esa empresa.
Mi Dios me lleva en victoria. No soy yo. La clave es El.