Primera epístola a los Corintios



Pasaje

“Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer” (1:10)


Oración

Señor ayúdame a perfeccionar mi vida. Ojalá me salga hacerlo todo bien, pero que la marca de mi fe, no sea la búsqueda e mi beneficio ni mi calificación personal, que la marca de mi fe sea la manifestación de Tu Amor.


Declaración

Pablo escribió ésta carta a la iglesia en Corinto y los cristianos en todas partes cerca de 55 d.C., casi al final de los tres años de ministerio en Éfeso, en el tercer viaje misionero.

Desarrollo

Pablo estableció la iglesia de Corinto en su segundo viaje misionero. La carta revela algunos de los problemas típicos de la cultura griega en los días de Pablo, incluyendo las grandes inmoralidades sexuales de la ciudad de Corinto. Los griegos eran conocidos por su idolatría, filosofías divisivas y espíritu de polémica.

Reflexión

La ciudad tenía mala fama por su sensualidad y por la prostitución sagrada. La máxima deidad de Corinto era Afrodita y alrededor de mil prostitutas profesionales servían en el templo dedicado a su culto. Uno piensa en la situación de ésta iglesia y se encuentra con una congregación llamada a marcar la diferencia de manera radical, respecto de lo que se respiraba en su sociedad.

La respuesta al desorden sexual de nuestra sociedad, es el amor, el cual se guarda con paciencia, para ser vivido plenamente con la persona con la que compartiré los años que tengo de vida por delante. Sexo y amor no son sinónimos, más bien debemos marcar que detrás del desorden sexual de muchas vidas, lo único que hay es la búsqueda del placer personal, sin importar la vida del otro. No te prestes a ese juego ni le regales a gente que no trascenderá en tu vida, lo mismo que luego darás a la madre o al padre de tus hijos.

La motivación de los líderes que sirven a Dios y a la iglesia, es mostrar el Amor de Dios.

El gran llamado del capítulo 13 de Corintios, es a revalorizar el amor, el cual está por encima de todo. El amor es sufrido, al ser paciente con las imperfecciones de la gente. El amor es benigno, activo en hacer el bien. El amor no tiene envidia; en razón de que no es posesivo y competitivo, sino que desea lo mejor para los demás. Por lo tanto, no es jactancioso. El amor posee la cualidad de ocultarse, no hace ostentación de sí mismo. El amor no es indecoroso, no trata a otros con arrogancia; no se comporta con rudeza, sino son cortesía y buenas maneras. El amor no busca lo suyo, al no insistir en sus derechos o demandar precedencia alguna; al contrario es generoso. El amor no se irrita; no es susceptible, no es grosero ni hostil, sino que en los momentos difíciles mantiene la compostura. El amor no guarda rencor; no lleva la cuenta de los males que ha sufrido, sino que borra el resentimiento. El amor no se goza de la injusticia, no se alegra del infortunio ajeno, ni difunde rumores maliciosos, sino se goza de la verdad, al propagar activamente el bien. El amor todo lo sufre, al defender y sostener a otros. El amor cree lo mejor de los demás, les acredita buenas intenciones y no es suspicaz. El amor todo lo espera, no se desanima con la gente, sino cree en su futuro. El amor todo lo soporta, al perseverar y permanecer leal hasta el final.