Habacuc



Pasaje

“El justo por la fe vivirá.” (2:4)


Oración

Señor Tú eres mi refugio, más allá de la tormenta en Ti confiaré, en Ti estaré seguro.


Declaración

Habacuc vivió durante uno de los más críticos períodos en la historia de Judá. El país había descendido de las alturas de las reformas de Josías hasta las profundidades de los abusos que sufrían sus habitantes, las medidas opresivas contra los pobres, y el colapso del sistema legal. Habacuc probablemente escribió su libro en el intervalo entre la caída de Nínive, en el 612 a.C., y la caída de Jerusalén en el 586 a.C.

Desarrollo

El libro de Habacuc ofrece un relato de una jornada espiritual, el peregrinaje de un hombre que transita de las dudas a la fe. La diferencia entre el comienzo del libro y su final es impresionante. En los primeros cuatro versículos Habacuc demuestra estar abrumado por las circunstancias que le rodean y en los últimos tres versículos del libro (3:17–19), todo ha cambiado. El profeta ya no está bajo el control de las circunstancias o ansioso por su causa, porque ha alzado la vista. Los acontecimientos del momento no nublan ya su mente, porque se ha elevado por encima de ellos. Reflexión Si lo central del evangelio es el cambio y la transformación, el libro de Habacuc demuestra una renovación evangélica. En el centro del cambio y en el centro del libro, se alza este claro credo de fe: “El justo por su fe vivirá” (2:4). Para el profeta la promesa es para protección física en tiempos de insurrecciones y guerra. Cuando la anunciada invasión extranjera se convierta en una realidad, ese remanente de justos para quienes Dios es su Señor, quienes confían y dependen de Él, serán liberados y vivirán. Para algunos escritores del Nuevo Testamento, como Pablo y el autor de Hebreos, esta declaración de confianza y fe, se convierte en evidencia del poder del evangelio para darnos la certeza de la salvación eterna. Para Martín Lutero, este tema de Habacuc se convirtió en el lema de la Reforma. Habacuc nos recuerda que la cuestión del porqué puede, debe y tiene que ser planteada. Las circunstancias de aquel momento lo llevaron a preguntarle a Dios acerca del aparente triunfo de la injusticia en su medio. Como creía en Dios, pensaba que éste debía tener una respuesta para aquel problema. Sus preguntas demostraban la presencia de la fe, no la ausencia de ella. Para un ateo la pregunta ¿por qué? no tiene sentido; para un creyente, puede ser respondida por Dios. El apóstol Pablo toma la declaración de Habacuc 2:4 y la convierte en el corazón del evangelio. La justicia de Dios sólo se alcanza por medio de la fe, de forma que la manera justa de vivir es por la fe. Habacuc llama a los creyentes de todos los tiempos a confiar en Dios, a serle fieles y así a vivir como Dios quiere que se viva. Los versículos finales de esta profecía enseñan que es posible elevarse por encima de las circunstancias, y aún regocijarse en ellas, poniendo nuestros ojos en alguien que está por encima de lo contingente. Habacuc no oculta los problemas que le preocupan, ni los subestima; en lugar de ello, descubre que Dios es suficiente en medio de las dificultades.