CASA DE PAZ

"Ten cuidado con tus pensamientos; que se volverán palabras..."

Día: 31 - Semana: 5 - Autor: Pr. Bernado Afranchino

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Pasaje

Ten cuidado con tus pensamientos; que se volverán palabras, palabras; que se volverán actos, actos; que se volverán costumbres, costumbres; que serán tu carácter, cuida tu carácter, que será tu destino, será tu vida, de la abundancia de tu corazón, hablará tu boca.


Desarrollo

Era una mañana como cualquier otra, yo me encontraba de mal humor, te regañé porque te estabas tardando. Comenzaste a refunfuñar y entonces derramaste la leche sobre tu ropa. Furioso, te levanté intempestivamente y te empujé con violencia para que fueses a cambiarte de inmediato. Frente a tus amiguitos te dije que debías cuidar la ropa y los zapatos, que parecía no interesarte mucho el sacrificio de tus padres para vestirte, Te hice entrar a la casa para que te cambiaras de ropa y mientras marchabas delante de mí, te indiqué que caminaras erguido. Al poco rato me di cuenta que había exagerado mi postura y tuve el deseo de darte una caricia, pero no pude. ¿Cómo podía un padre, después de hacer su teatro de indignación, mostrarse tan sumiso y arrepentido? En eso estaba cuando luego escuché unos golpecitos en la puerta. Afinando la voz dije “Adelante”, adivinando que eras tú. Abriste muy despacio y te detuviste indeciso en el umbral de la habitación. Me volví con seriedad hacia ti. “¿Ya te vas a dormir?, ¿vienes a despedirte?”, no contestaste. Te abracé y con un nudo en la garganta percibí la ligereza de tu delgado cuerpecito, tus manitas rodearon fuertemente mi cuello y me diste un beso suave en la mejilla. Sentí que mi alma se quebrantaba. - “Hasta mañana, papito” -. ¿Qué es lo que estaba haciendo?, ¿Por qué me desesperaba tan fácilmente?, me había acostumbrado a tratarte como a una persona adulta, a exigirte como si fueses igual a mí y ciertamente no eras igual, tú tenías una calidad humana de la que yo carecía. Reflexioné que somos los adultos quienes los hacemos temerosos, Rencorosos, violentos..., te cubrí cuidadosamente con las frazadas y salí de la habitación. Mañana, temprano en la oración le daré gracias a Dios por tenerte a ti, hijo mío, y le pediré que me dé sabiduría para tratarte como te mereces, gracias Señor por la experiencia y sentimientos que me permites vivir a través de mi hijo... También mañana Señor le pediré a mi hijo perdón, pero no me esperaré a que esté dormido. Si Dios me da oportunidad y te permite vivir, hijo mío, algún día, cuando seas padre, y recuerdes estos días, sabrás que a veces nuestros padres no son perfectos, pero sobre todo, ojalá que siempre te des cuenta que, pese a todos los errores, hay padres que amamos a nuestros hijos más que a nuestra propia vida...