CASA DE PAZ

“Finalmente, sed todos del mismo sentir...

Día: 30 - Semana: 5 - Autor: Pr. Bernado Afranchino

Siguiente →


Pasaje

“Finalmente, sed todos del mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables”. (1 Pedro 3:8).


Desarrollo

Pedro presenta cinco elementos claves:

1.-Armonía al buscar las mismas metas.

2.-Compasión al respetar las necesidades de los demás.

3.-Amor al ver y tratar a los demás como hermanos.

4.-Misericordia al ser sensible a vuestro afecto e interés.

5.-Humildad al procurar animar a otros y regocijarse de sus triunfos.

Muchas veces resulta difícil aplicar estos elementos a la vida familiar. Pedro nos dice “sed todos del mismo sentir, compasivos…” (compasión significa sentimiento de ternura y lástima que se tiene del trabajo desgraciado o del mal que sufre el otro). Ante la desgracia de un amigo o un ser querido sentimos un fuerte dolor, que pareciera ser parte de nosotros. Daríamos nuestra vida por ayudarlo y poder quitar parte de esa carga. Ese sentimiento que surge natural y espontáneamente en la amistad, no surge de la misma manera en la familia; nos cuesta ponernos en el lugar del otro y ver el sufrimiento. Nuestros corazones se endurecen y parece que nada nos llega y nada nos mueve. Y Pedro dice “sed compasivos...”.

En segundo lugar dice “amándoos fraternalmente...”. Un amor de hermanos en Cristo. Y nos recomienda tener “un amor no fingido”, y una vez más nos dice “amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro”.

Para Pedro un amor no fingido implica una entrega desintreresada. El verdadero amor es un acto, no un sentimiento. Produce dedicación abnegada y desprendida. El mayor acto de amor que cualquiera puede hacer es “entregarse por los demás”. Ahora bien, ¿qué significa esto? Servir sin pensar en recibir nada a cambio.

Misericordiosos, misericordia: atributo de Dios, en cuya virtud, sin sentir tristeza por los pecados y miserias de sus hijos, los perdona y remedia.

Y finalmente, amigables. “Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos”. Cuando Dios nos llama amigos nos da consuelo y seguridad. En nuestra familia podemos practicar ese amor, escuchando, ayudando, alentando y por sobre todo dando.