EN FAMILIA

Sirvamos ricas palabras, además de ricas comidas

Día: 13 - Semana: 3 - Autor: Pastor Bernardo Affranchino

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Pasaje

Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno. Colosenses 4:6


Declaración

       

Desarrollo

Hoy hablamos de cómo comunicarnos. Es muy importante ser personas que sepan aprovechar cada momento al máximo, cada conversación que sea amena y saber responder con palabras que contengan gracia y no juicio. Palabras sabrosas en conversaciones que cuando terminan, me quede un saldo positivo. Cuando reconocemos a Jesús y nos arrepentimos de nuestros pecados, la Palabra nos dice que tienes el derecho de ser llamado hijo de Dios (Jn 1:12). Los derechos siempre vienen acompañados de obligaciones y el dar un buen testimonio es una de ellas. Piensa en esto por un momento: ¿Qué imagen quieres que la gente tenga de vos como seguidor de Jesús? Personalmente, me gustaría que la gente relacionara lo siguiente: amorosos, amables, de principios sólidos, humildes, que escuchan y respetan, pacientes y por último, coherentes en lo que creen y hacen. Esto es lo que me gustaría que la gente pensara de nosotros. Especialmente en casa. ¿Cómo lograrlo? Cumpliendo con nuestras obligaciones. Cuando te sientes con tu familia, aprovecha el momento y da testimonio hablando con gracia y amor, sin críticas, sin imposiciones, con humildad y buscando siempre que Jesús sea el que brille y no vos. Definitivamente debes buscar tu crecimiento espiritual y estar encaminado a ello, pero no debes olvidar a la gente que está a tu alrededor, sino que por el contrario, poniéndonos en segundo lugar, buscamos ser de bendición. Lo que hablamos, habla por si solo de lo que creemos El lugar en el que naciste, tu familia, todo lo que te rodea lo planeó Dios para que pudieras dar testimonio de Él en los lugares específicos y con las personas específicas a las que tú tienes acceso, aprovecha las oportunidades al máximo, y da un testimonio digno de un buen siervo de Dios. La mesa familiar es el primer escalón de ésta práctica y no el último. Es con los de casa y los que invitamos a casa, que nos proponemos ser de bendición, comenzando con hablar de forma que bendiga. Oramos juntos hoy, haciendo un compromiso de eliminar de nuestras mesas juicios y condenas y llenarlas de gracia. Renunciamos a palabras que destruyen y muy por el contrario, sazonamos nuestra conversación con declaraciones de bendición. Que al levantarnos de la mesa, todos lo hagamos sintiendo que acabamos de vivir un momento que nos hizo crecer. ¿Te animas a hacer una lista de conversaciones a descartar?