LIMPIANDO LAS VASIJAS

El poder de los pensamientos y las declaraciones



Pasaje

En cuanto Jacob la reconoció, exclamó: ¡Sí, es la túnica de mi hijo! ¡Seguro que un animal salvaje se lo devoró y lo hizo pedazos! Génesis 37:33


Oración

Señor confieso Tus palabras sobre mi vida y mi familia y renuncio a toda maldición. La Biblia dice que tengo la mente de Cristo. No acepto pensamientos engañosos. Elijo pensar bien.


Declaración

Escribe cinco cosas que creas firmemente acerca de los planes y propósito de Dios para tu vida y cuélgalo en un lugar visible de tu casa.

Desarrollo

Para entender ésta historia, hará falta que tomes tu Biblia y leas el pasaje citado, hasta el versículo 35. En ésta historia, uno de los padres de la fe, recibe la túnica de su hijo José, manchada de sangre de un cabrito. Jacob la ve e inmediatamente sus temores más profundos lo invaden y le ganan el corazón. Da por sentado que su hijo ha muerto y declara tristeza para su vida hasta la muerte. Más de veinte años, Jacob lloró a su hijo, dándolo por muerto, cuando en realidad no solo que estaba vivo, sino que progresaba en Egipto. Es un buen ejemplo del poder de lo que pensamos y declaramos. Al infierno le gustaría quitármelo todo, pero en caso de que no lo logre, le alcanzará con hacerme creer que estoy derrotado. Estoy pensando en el pasaje de Números 14, cuando Josué y Caleb regresan de observar la tierra prometida y tienen que escuchar como los otros diez espías que había viajado con ellos daban a Moisés un informe negativo y totalmente desalentador del lugar que Dios les había prometido. El pasaje menciona que esa gente había charlado con los gigantes de la tierra y éstos les habían dicho que parecían langostas. Diez lo creyeron, lo declararon, lo vivieron. Dos no aceptaron la voz de los gigantes y se pararon a recordarle a todo el pueblo de Dios, que Jehová estaba con ellos y entonces inevitablemente vencerían la adversidad. A veces la mayoría no tiene razón. Proverbios, enseña que nos enlazamos con los dichos de nuestra boca, con las confesiones de nuestros labios. El punto, no es tanto lo que digan de vos sino lo que repitas como la verdad. Es una elección a realizar, elegir creerle a Dios y no a los gigantes. No es solo creer en Dios, es también creerle a Dios. Jacob sufrió el engaño, más de veinte años, creyó una mentira y la repitió hasta el hartazgo. Años después, recibió la información de que su hijo vivía. No podía creerlo. Tuvo que gritar ¡basta! Y avanzar a una nueva verdad. Los israelitas perdieron toda una generación por la incredulidad de ese día. Años después, llegaron a Jericó, primera escala de la tierra prometida y se enteraron, que todos en la ciudad les temían. Cree en Dios, cree a Dios. Elije tus palabras con cuidado, no ates tu vida ni la de tu familia, declarando algo diferente a lo que Dios dice de Ti de los tuyos.