PALABRAS DE VICTORIA

Comeremos gigantes



Pasaje

Sólo que no os rebeléis contra el Señor, ni tengáis miedo de la gente de la tierra, pues serán presa nuestra. Su protección les ha sido quitada, y el Señor está con nosotros; no les tengáis miedo. Número 14:9


Oración

Señor gracias porque mi vida está bajo tu amparo. En Ti puedo vencer aquellos gigantes que jamás podría vencer por mis fuerzas. Tú eres mi esperanza de victoria.


Declaración

Bendigo en éste día cada nuevo territorio que Dios me ha declarado que será mío. La tierra del encuentro familiar, la tierra de la paz de mi corazón y cada terreno al que mi Rey me quiere llevar. Declaro que no hay gigantes que puedan vencer a mi Rey. Proclamo que en Dios haré proezas y alcanzaré mi victoria.

Desarrollo

Esta historia comienza en el capítulo anterior, cuando los espías que fueron a ver la tierra prometida, regresan con el informe de que es una tierra extraordinaria, pero está habitada por gigantes. El consejo de los espías es negativo, por lo que Moisés, Aarón, Josué y Caleb se angustian, al ver a Israel nuevamente cuestionar la Voluntad de Dios e irrumpen cortando el discurso de lo negativo, para declarar lo que está en el corazón de Dios. No siempre la mayoría tiene la razón.

Este es un pasaje extraordinario, para comprender el efecto de las declaraciones de nuestra boca. El final del capítulo trece nos da la clave de todo el asunto. Parte de los espías eligieron creer lo que decían los gigantes en lugar de creer lo que Dios había prometido.

En nuestro corazón guardamos nuestras creencias, las cuales se hacen evidentes cuando las exponemos, cuando las declaramos con nuestra boca. Mi fe se edifica en lo que declaro y a la vez declaro lo que creo. Si mi mente está llena de pensamientos negativos acerca de mi mismo y los demás y encima lo declaro con mis labios, se producirá un círculo vicioso que me alejará de lo que Dios ha planeado para mí.

Construyo un círculo virtuoso, cuando me paro en las palabras de Dios y a la hora de hablar, elijo declarar bendición, en lugar de maldición.

Mi Dios es mi amparo y es superior, a cualquier amparo que puedan tener esos gigantes.

Lo creo, lo declaro, lo poseo.