PALABRAS DE VICTORIA

Dios nuestra protección



Pasaje

Salmo 91: 1-2 “El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombre del Todopoderoso. Yo le digo al Señor: Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío.”


Oración

Señor Tú eres mi refugio. Pongo mi vida a Tus pies una vez más, pues habitar contigo, es el deseo más grande mi alma. Sé que no me abandonarás jamás.


Declaración

Declaro para éste día Tu protección. He hecho de Tu Presencia mi morada. Rechazo todo ataque contra mi vida y mi familia en el Nombre de Jesús. Rechazo enfermedades y plagas contra los míos y contra mi iglesia. Señor declaro Tu cobertura sobre cada persona que se prepara a servir en Semana Santa, glorifícate, es para Ti.

Desarrollo

Son días convulsionados los que estamos viviendo. No sabemos bien si es por la velocidad con que nos llega la información, pero pareciera que el mundo es visitado por todo tipo de males en ésta época. Terremotos, volcanes, plagas y crisis económica a nivel mundial, solo por mencionar algunas cosas. Inseguridad en las calles. En otros años veíamos miles de personas corriendo a buscar refugio en otros países, hoy pareciera que no es opción. Y esto es sólo principio de dolores (Mateo 24:8)… entonces, ante el peligro inminente, ¿Qué haremos? ¿Cuál será nuestro refugio? ¿Dónde estaremos seguros? La respuesta es clara: Dios es nuestro refugio en todo tiempo. Dejando de lado la mediocridad que a algunos les impulsa a leer este salmo de manera repetitiva como una especie de mantra, o a dejar la Biblia abierta con este pasaje encima del velador, les invito a abrazar este poderosa oración. Es una promesa para creyentes, es decir para aquellos que ya han abierto el corazón a Dios. Hace falta hacer de Dios tu abrigo, para que te cubra Su sombre, para que se vuelva nuestro refugio. Dios es refugio disponible para aquellos que corren a El. Corre a Dios, pon todo bajo Su cobertura, bajo Su dirección. No se trata de hacer lo que queramos y pretender que Dios corra a nuestro servicio. Es caminar hacia El y disfrutar de Su Presencia. Mi pastor lo decía tan simple, “debajo del paraguas no llueve”.