PALABRAS DE VICTORIA

La fe que vence al mundo



Pasaje

1 Juan 5:1-4 “ porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe.”


Oración

Señor, sé por Tu Palabra, que hay en mi un depósito de fe del tamaño justo, para vencer en las luchas que enfrento y enfrentaré. En éste día doy gracias por esa provisión y oro para que yo pueda usarla más y más.


Declaración

Señor, declaro Tu soberanía sobre mi vida. Mi fe está puesta en Ti. Se que de Tu mano venceré.

Desarrollo

Repasemos algunas enseñanzas de Jesús: -Habrá luchas, pero podemos vencerlas. Juan 16:33 -Estaremos frente a desafíos más grandes que nosotros, igual podremos superarlos. Filipenses 4:13 -No estaremos solos. Mateo 28:20 Como hemos estado hablando todos éstos días, enfrentar desafíos y luchas, es parte de estar vivo. No pretendemos en ninguna forma, vivir libres de errores propios o ajenos. Tampoco fantaseamos pensando que la vida estará ausente de dificultades. Creemos que vienen y en Cristo podemos soportarlas y vencerlas. En ocasiones vencer, se traduce en la resolución total del conflicto de turno y otras veces, recibimos las fuerzas y la paciencia para soportar y sobrellevar la prueba que nos toque mientras el rescate llega, aunque tarde más de lo que yo hubiera elegido. En cualquier caso, la fe es la clave. Hablamos de fe en Jesucristo. La fe es una herramienta, es una provisión, sin ella es imposible agradar a Dios. Por la fe en Dios, nos acercamos a Jesús sabiendo que nos escucha y nos atiende. Por la fe en la obra del Espíritu Santo, sabemos que el estado de mi vida es pasajero, El obrará en mi conforme lo busco y yo veré la victoria. No es un asunto de creer que las cosas serán como a mi me parezcan y entonces pongo la fe en lo que me caiga bien. Ese pensamiento pone al hombre en el centro de la escena. Nos terminamos creyendo que somos una especie de iluminados, que al aprender las invocaciones correctas, las cosas se acomodarán a nuestro gusto. Hacemos unas mezclas en nuestros corazones, tomando de acá y de allá y casi armamos nuestras propias religiones personales. No es tan difícil. Le abrimos el corazón a Jesús, para que viva dentro nuestro. Lo reconocemos como Rey de nuestra vida. Lo buscamos cada día de corazón. El obrará.