PALABRAS DE VICTORIA

El uso de la lengua



Pasaje

“De una misma boca salen bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.” Santiago 3:10


Oración

Señor, en éste día reviso mi corazón. Líbrame de todo juicio y desprecio hacia los demás o hacia mi mismo. Además confieso cada pecado en mi vida y le libro de la maldad. Consagro mi boca para la bendición.


Declaración

Vamos a usar correctamente, esta herramienta que Dios nos dio llamada lengua. Bendigo mi nación y sus autoridades como enseña la Biblia. Bendigo mi ciudad y sus autoridades, oro que les des sabiduría y rectitud. Bendigo mi familia, cada integrante de ella. Declaro tu protección sobre ellos y cancelo todo plan de oscuridad en contra de sus vidas. Oro por mi vida, que yo sea una persona, que solo permite palabras de bendición en su boca, especialmente, al dirigirme hacia el prójimo. Declaro bendición sobre cada actividad que se hará en cada congregación, en los días de semana santa y especialmente aquí en Adrogué, que Tu Gracia, reine.

Desarrollo

Hay que leer todo el capítulo 3 de Santiago. No tiene desperdicio y está lleno de palabras que tienen que ver con nuestra vida diaria ¿o acaso no luchamos constantemente con éste tema? ¡Es tan importante lo que proclamamos! Cuando hablamos de bendecir, estamos hablando de declarar lo bueno, de un “bien decir” y de la misma manera, cuando hablamos de maldecir, nos referimos de la declaración de lo negativo, de un “decir mal”. Pensemos además en pasajes de cómo el de Proverbios 23, el cual nos enseña que en lo que hemos sido instruidos en nuestra niñez, caminaremos de grandes, donde lo verbal, los dichos de nuestro padres e instructores, son uno de los caminos principales en esa enseñanza. Hemos sido marcados para toda la vida, por palabras. Palabras buenas. Palabras malas. Nos desatamos de las maldiciones y conservamos las bendiciones. Pensemos ahora en nuestra participación en esas declaraciones. Limpiamos nuestro corazón para que de él salgan declaraciones que edifiquen, consagramos nuestra boca a bendecir y nos negamos a maldecir y luego hablamos lo correcto. Es una batalla que debe ser librada.