EN PIE DE GUERRA

Involucrarse



Pasaje

Durante el reinado de David hubo tres años consecutivos de hambre. David le pidió ayuda al Señor, y Él le contestó: “Esto sucede porque Saúl y su sanguinaria familia asesinaron a los gabaonitas” 2 Samuel 21:1.


Oración

Padre me involucro como intercesor a favor de mi familia y mi nación.


Declaración

Ayer hacíamos una lista de brechas en nuestra nación. ¿podríamos corresponder esas brechas con acciones ocurridas en nuestro suelo? Por ejemplo, si miramos la violencia y pensamos en que lo que se siemra se cosecha, ¿qué actos de nuestra historia como nación, podrían ser relacionados de ésta manera? ¿Puede tener algo que ver experiencia como la de la década del setenta? En Números habla de la tierra maldecida por el derramamiento de sangre.

Desarrollo

Los principios que están presentes en éste pasaje son muy interesantes.

En primer lugar, debemos entender que acciones hechas en una generación, involucran a las siguientes. La Biblia, enseña que la maldad sin redimir, visita aún a cuatro generaciones. A David, le toca lidiar con los efectos del pecado de un rey anterior a él. Nos gusta creer que lo que hacemos hoy, es un problema nuestro solamente, pero estoy seguro de que si mantuviéramos la conciencia de que nuestra descendencia puede pagar los efectos de nuestras acciones de hoy, prestaríamos más atención a lo que hacemos o dejamos de hacer.

Por otro lado, el pecado como acto espiritual, puede repercutir en el mundo de lo terrenal. Los asesinatos cometidos por Saúl, cerraron los cielos y la sequía trajo hambre.

¿Qué hubiera pasado si David hubiera consultado a Dios en el primer año de sequía? Yo creo que la respuesta habría sido obtenida en ese momento y la oportunidad de redención se habría alcanzado más rápido.

Tenemos la tendencia a obviar lo espiritual y “aguantar” lo que nos toca enfrentar con fuerzas humanas. Se oyen más oraciones pidiendo fuerzas para sobrellevar la prueba del momento, que oraciones ejerciendo autoridad y planteando guerra hacia aquello que obviamente, no puede ser de Dios.

El resto de la escena, es bastante sangrienta. La violencia y el derramamiento de sangre, traen consecuencias. Alguien se entrega para resolverlo, tal como hizo Jesús, sobrellevando nuestras faltas en la cruz Alguien se involucra y se entrega a ser parte de la solución.

Gracias a Dios, la venida de Cristo, nos ha introducido en el tiempo del Espíritu Santo y la Gracia de Dios. Estamos fuera de los tiempos de la ley del ojo por ojo, pero el principio de la entrega sigue vigente. No hace falta derramar sangre humana en ningún sentido. No flagelamos nuestros cuerpos, sino creemos en la sangre del Justo, vertida en aquella cruz, limpiando las faltas de los que se arrepienten y quebrando el poder del pecado sobre las vidas, pero deben aparecer más intercesores, que se entregan a la oración y el clamor, que se identifican con el pecado de un pueblo o una familia y en intercesión se ponen en la brecha a favor de la tierra, para que la maldad pierda su poder y deje de actuar.

Abrazamos la cruz de Cristo, abrazamos el evangelio y éstas buenas nuevas de amor por Dios y amor por el prójimo, nos lleva al clamor.